miércoles, 24 de febrero de 2016

Cada día que pasa la escena rockera venezolana muere un poco más

Cada día que pasa la escena rockera venezolana muere un poco más. Aunque no se muy bien si algún día existió, si siempre fue un feto, una intención o si eternamente anda moribunda. Más allá de este aspecto un tanto histórico y temporal que podría servir para la reflexión del rocker venezolano, lo que si es seguro es que cada vez es más difícil disfrutar del Rock hecho en Venezuela.


Importante es analizar que es lo que nos aleja más de nuestro propio rock durante finales del año 2015 y principios del año 2016. La realidad atormenta a fanáticos bastante alejados de por sí y a nuevos artistas con nuevas propuestas musicales. Esto ocurre en medio de situaciones político-culturales que han logrado una explosión compositiva considerable dentro de aquellos que se dedican al ingrato arte de la música under en Venezuela. Veamos algunos aspectos trágicos a considerar.

La situación económica vs. el artista

Para nadie es un secreto que al estar fuera de la lupa estatal, los artículos musicales han subido sus costes de una forma estratosférica. De esto se daba cuenta el mismo gobierno nacional en el ya lejano año 2013, cuando comenzó con todo esta parafernalia cirquera de los precios justos y las fiscalizaciones. 

Pero en la calle puedes palpar la realidad. Un paquete de cuerdas para guitarra eléctrica puede comenzar costando 6000 bs y terminar en 10.000. y más. Una guitarra de aprendiz que hace 4 años costaba de 1.500bs o 3.000 ahorita cuesta entre 10 o veinte veces más. Una cuerda rota es un martirio, mientras que los amplificadores son un sueño difícil de alcanzar. Peor aún están los bateros, cuya única esperanza solía ser el cupo Cadivi.

Y no hablemos de lo que puede costar un Backline. La cosa se ha puesto muy fea para poder tocar en vivo. 

La inseguridad

Hoy en día rockear parece cosa de niños del Este. No es raro que las bandas que aún medio sobreviven en el moribundo telón son las que viven en zonas acomodadas, que tienen disponibilidad de un vehículo y algo de apoyo extra. Esta realidad no es nueva para el público nacional, sin embargo, hoy en día al fanático capitalino le cuenta más que nunca atravesar por la zona de guerra llamada "Noche caraqueña". Algunos espacios están medianamente "salvos" en el interior del país y esto permite que estados como Lara, Falcón y Mérida sean vistos como un último bastión.

Los taxis son muy caros y aunque los bares tratan de ser condescendientes con el costo de las bebidas (algunos), todo indica que es más fácil quedarnos en la comodidad de nuestro hogar. El poco apoyo a las bandas nacionales es de siempre, pero hoy en día parece algo justificado por las condiciones.


Daños Auto-infringidos

Pero más allá de estas evidentes condiciones estructurales, la "escena" adolece de muchas falencias y "daños auto-infrigidos": Músicos desinteresados y conflictivos, egos inflamables, bares que no pagan por tocar, productores costosos y radios que aunque pierden vigencia no prestan el apoyo necesario. 

También esta la muy cuestionable división de las bandas en bandos políticos. La polarización ha herido en un costado a la escena. Vemos casos como lo que ocurrió en Altamira, con la suspensión de los toques gratuitos de los "Viernes Rebeldes" rojos (de lo cual hay que señalar al Ex alcalde Emilio Graterón), la denuncia hecha por aquel grupo de punk sobre el hecho de que no les dejaron tocar en Nuevo Circo "por no ser chavistas", o peor, como el show mediatico policiaco ocurrido hace algunos meses en Frankgarden´s Bar y que parece haber tenido como consecuencia el cierre de uno de los pocos espacios para el rock en el Centro y Oeste de Caracas.

Mientras, los nada famosos exponentes del rock nacional continúan muchos concentrados en sus egos. Pero no abren el Twitter, no se promocionan, mantienen sus fanpage como un club social de amigos conocidos del Facebook. Ellos creen que la gente debe dirigirse a buscarlos, y no entienden que la tecnología les ha dado las herramientas para ir a la búsqueda de cada fanático. Inconstantes, irritables, creídos, desordenados. Muchos creen que los dueños de la 92.9 deben ir a sus casas a buscar sus demos para que los mismos sean rotados una vez por minuto en la estación.


Es entonces cuando uno presiente que no es que la escena haya muerto por culpa de un asesino externo. Parece que más bien, fue victima de un suicidio, luego de un flagrante ataque ajeno. La crisis económica parece indicar que nada mejorara las cosas. Ni siquiera, a falta de bandas extranjeras, la movida nacional se ha valido para su ascensión. ¿Que pasará con nuestro propio Rock? Nadie lo sabe. Lo bueno es que una vez que es tocado el fondo, lo único que puede pasar es una larga espera y el subidón. La cuestión es que pareciera que estamos en coma, en esa larga espera.

Solo la cooperación indiscriminada de todos los dolientes nos podrá salvar de la barbarie. Salvación que los ritmos tropicales toda la vida han hecho tan difícil. Ojala que almas nobles como la de Alfredo Escalante nos guíen desde las alturas.



Escrito por @CCliberta289
Twitter VR: @Venezuelarocker



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